Hace ya casi un año que la Comisión Europea publicó su propuesta para una normativa que regule la utilización de la Inteligencia Artificial en el territorio de la Unión. Sigue siendo una propuesta, pero como nos recuerda el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, cuando se convierta en reglamento será de aplicación directa en todos los estados miembros, no habrá margen como con directivas que se adecuan localmente como PSD2.
De modo que no conviene perderlo de vista. Recordemos que establece, entre otras cosas, un esquema de valoración del riesgo para proyectos de IA: riesgo inadmisible, alto riesgo, riesgo limitado y riesgo mínimo. Y propone una serie de medidas para cada uno; entre otras cosas, prohíbe el uso de la IA para “manipular subliminalmente a personas físicas, clasificar socialmente a los ciudadanos o vigilarlos indiscriminadamente de forma remota”, como señala Jesús Lozano desde BBVA.
Este análisis que hace el BBVA es fundamental para ser conscientes del impacto que todo esto tendrá sobre el sector bancario. No en vano, ya antes de la pandemia el sector financiero era, sólo por detrás del tecnológico, el que más había invertido en la IA. El éxito en la gestión por parte de los bancos (créditos ICO de por medio) supuso un espaldarazo para este tipo de proyectos. Una estrategia que se debe mantener a medio y largo plazo, más allá de los vaivenes económicos.
Es muy importante que la banca participe activamente en la configuración de esta estrategia europea de IA. Por supuesto, la propuesta del año pasado no viene de la nada. Tiene una serie de antecedentes muy bien detallados por Pedro Fernández-Villamea y Rosalía Machín en CincoDías.
Interesante, sobre todo, el Libro Blanco de la Comisión Europea sobre IA, pero también constatar que no se trata solo de una normativa de IA, sino que es algo transversal que se ve afectado por otras normativas, tanto de privacidad como de seguridad.
También, con las que existen en torno a los propios datos, como la propuesta europea de Ley de Gobernanza de datos. No olvidemos que al final esto va de datos. La IA más inteligente, sin datos, se quedaría con la mente en blanco. Quien no tiene la mente en blanco es la banca, que sabe muy bien qué hacer con los datos y cómo trabajar con la IA.
En este sentido, son tambien improtantes las conclusiones del reciente estudio que The Economist ha elaborado para Temenos. En él puedes ver los principales casos de uso de IA en banca (los cuatro que van en cabeza: detección del fraude, optimización de las operaciones de IT, marketing digital y asesoría de riesgos), pero también los temores del sector (brechas de seguridad y privacidad, fallo de los propios sistemas de IA, etc.). Y una conclusión también interesante: el 88% de los ejecutivos de banca europeos tiene “una estrategia clara para adoptar la IA en el desarrollo de nuevos productos y servicios”.
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