La necesidad de trabajar en lo urgente en lugar de en lo importante puede provocar que un retailer deje aparcados sus planes de futuro. Pero si tiene la capacidad, el tiempo y el presupuesto para ello, debería estar preguntándose no sólo cómo mejorar lo que hace hoy, sino cómo prepararse para diferentes escenarios futuros. Tan inesperados como una pandemia global.
En 2020, los retailers de consumo presencial han vivido uno de sus peores años, muchos de ellos abocados a la quiebra. Las empresas que se basaban en servicios web, sin embargo, hicieron su agosto. Amazon, por ejemplo, duplicó sus ventas en España, según comenta Business Insider, incluso con datos que no reflejan el total de sus ventas en el país.
En un punto intermedio están las empresas a las que la pandemia pilló con el pie cambiado y tuvieron que transformar a marchas forzadas su negocio. Deloitte, indica que durante el primer semestre de 2020 se produjo un crecimiento de cinco años en la cuota de mercado online… En apenas unas semanas.
Más allá de la inversión tecnológica que han tenido que hacer y de los cambios internos en las organizaciones, será clave que comprendan también los cambios que han experimentado los clientes en sus hábitos. Si antes el reto era atraer al consumidor perezoso, ahora la clave está en adelantarse al consumidor agile, por naturaleza impaciente y apegado a la inmediatez. Y lograr un equilibrio rentable con la re-localización que traerá la “nueva normalidad”.